viernes, 25 de agosto de 2017

Personajes celestes: Raúl Mielle


Raúl Oscar Mielle

Un muchacho entrena solo, bajo la lluvia. Vuelve a su casa y ante la pregunta de su madre, responde con cierto desdén "no fue nadie, por la lluvia".
 
Raúl Oscar Mielle, El Mudito para sus compañeros. Un pibe educado, sensible y callado que nació el 13 de abril de 1955, en Buenos Aires y vivía en Longchamps, jugaba en Temperley desde los 12 años y colaboraba con la economía del hogar vendiendo empanadas a la salida de los partidos, en el Beranger. Entrenaba duro para tener su oportunidad como lateral en la primera celeste
 
Su debut en primera contra Defensores de Belgrano marcando la punta izquierda -a escasos días de cumplir los 18 años- no fue felíz. Temperley se comió seis esa tarde en el Bajo y perdió el invicto. Pero El Mudito siguió adelante con tesón y sacrificio.    

Tercera división de Temperley 1973
Totalizó 16 partidos en la primera celeste. Formó parte del plantel Campeón de Primera B que obtuvo el ascenso en 1974. Estuvo a punto de pasar a Huracán, el club de sus amores, pero siguió en Temperley y en el Campeonato Metropolitano jugó tres partidos. A fines de 1976 se lesionó en una de sus rodillas. Luego de recuperarse se alistó en Sarmiento de Junín, club que militaba en Primera C, a principios de 1977. 
 
Un trágico final  
En Sarmiento jugó nueve partidos, el último fue el 30 de julio de 1977, ante Tristán Suárez. Permanecía en la pensión del club de Junín durante toda la semana, entrenando en doble turno, regresaba a Longchamps el sábado, después de los partidos, para retornar a Junín el domingo a la noche. En la madrugada del martes 23 de agosto volvía de Villa Dolores -en la Traslasierra cordobesa- cuando al llegar a Vedia su auto volcó. Lo acompañaban su novia Liliana y un hermano de ella, que resultaron con heridas leves. En cambio Raúl sufrió un traumatismo de cráneo y falleció a las pocas horas. Tenía 22 años. Dicen que justo un año antes tuvo un episodio con el que creyó sellar su destino. Experiencia mística o sueño premonitorio ¿quién sabe? Quizás la única certeza sea que Dios a veces decide llevarse en forma anticipada a las buenas personas.
 
Liliana y Raúl en la plaza de Villa Dolores el día anterior al fatal accidente
Raúl, el bueno
Una anécdota describe su perfil solidario y atento al padecer del prójimo, recolectando juguetes para los pibes internados. Estando en Sarmiento una mañana lo encuentra al cocinero del club al borde del llanto. Cuatro jugadores a quienes llamaban los capitalinos -y que tenían fama de figuritas difíciles- se quejaban de la comida. El pobre hombre se quebró ante la amenaza concreta de echarlo y de perder la opción de llevarse lo que sobraba para su familia, en compensación del bajo sueldo que percibía. Raúl, conmovido, le pidió unas recetas de cocina a su hermana y en su tiempo libre, entre turno y turno de entrenamiento, se quedaba a preparar la comida con el cocinero, que de esa forma mantuvo su fuente de trabajo.  
 
 
 
Historia del Club Atlético Temperley. Marcelo Ventieri
 
Gracias a Marta Inés Mielle por los datos y las fotos. 
 
 
 
 


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